Saul Steinberg, el lebrel obeso. (2 de 11)
En el número 30 de “repères, cahiers d’art contemporain”, en una interesante y muy amena entrevista que le realizó Jean Fremon, Saúl Steinberg nos cuenta, aprovechando su extenso conocimiento de otros artistas y pintores, y gracias también a su peculiar humor judío, tan inteligente como cínico y sarcástico, su punto de vista de las cosas de este mundo, y del arte en particular.
A propósito
de Barnett Newman, Steinberg nos dice que siempre se preocupaba por la dignidad
física del artista y que procuraba dar consejos para mantenerla y no permitir
su deterioro. Para ello recomendaba llevar siempre corbata y no dejarse jamás
fotografiar riendo. Es curioso que eso lo dijera alguien que pintaba
abstracción aunque fuera enmarcada en el llamado “expresionismo abstracto”, un casi, pero muy bello y logrado,
oxímoron.
Como todo el
mundo puede darse cuenta, ese es un consejo que hoy en día nadie sigue, la
corbata está en desuso y todos ríen en las fotografías “incluso o excepto” los
que no saben posar o no son fotogénicos. Todos ríen y nadie sabe por qué.
Sobre
Picasso, Steinberg dice que el pintor español pensaba que lo esencial para un
artista es parecerse a sí mismo, ¿eso qué es?, ¿cómo se consigue?, intentando
que su trabajo se le parezca, afirmaba el genio, o dicho de otra manera, que el
rostro de un artista sea una especie de autorretrato, y que para ese artista,
su propio rostro se convierta en un ensayo crítico de su obra, dice Steinberg
que decía Picasso. Esa es una manera bastante alambicada y fatua de afirmar
aquello tan sabido de que a cierta edad uno termina por tener el rostro que se
merece, sea artista, comerciante, bandolero o taxidermista.
Steinberg
continúa afirmando también en la misma entrevista que hay muchas cosas en la
vida que no parecen ellas mismas. Nada más alarmante que un galgo obeso, dice.
Es igual para las personas, afirma que ellas no consiguen parecerse a sí mismas
excepto con la condición de llevar una vida “lógica”.
El artista
no especifica en qué consiste “llevar una vida lógica”, si la vida puede
“llevarse” o si las dos expresiones, vida y lógica, son contradictorias entre sí,
y hasta opuestas. Pero entrevemos el significado oculto de la expresión al
querer enmarcar el “lógico” como una acepción de “aparente”, cuando ambas
confluyen, vida y lógica, se aparenta lo que se es y nuestro rostro termina
siendo un merecimiento y no un castigo, al no ir cada uno, vida y rostro, por
separado. En este sentido es importante resaltar el papel que nosotros mismos
ejercemos, no sólo como nuestros propios autores, sino también como uno más de
los espectadores que están sentados en primera fila contemplando la pieza
teatral que estamos interpretando.
“No dibujo
el semblante visible, pero sí el posible. Cada uno tiene su propia técnica. Una
mujer monocroma hecha de una infinidad de beiges, un hombre que se parece a sí
mismo solamente en un dibujo amateur en lápiz en el cuaderno de la escuela,
otro que es una acuarela y otro que aún es un maniquí de vitrina. En invierno,
las calles de Nueva York están enloquecidas (affolées) por los
Dubuffets.” (Jean Fremon,
“Repères, cahiers d’art contemporain”, nº 30.) (Textos entresacados en
parte de: “Conversaciones con El Gordo,
el peletero)
No estoy
seguro de si Steinberg tiene o no razón, si se equivoca o acierta al pensar que
“observar y describir el mundo, es como darse una serenata a uno mismo”.
¿Es así?, aunque cada cuál piense que conoce lo que ve, las cosas, fuera de
nuestros autoengaños, hipótesis y creencias, viven su vida libre y autónoma,
por eso al pintarlas o dibujarlas nos llevamos a veces sorpresas, algunas
desagradables, cuando descubrimos que nada es exactamente como lo recordábamos,
pero que se le parece mucho.
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