"WHAT YOU SEE IS WHAT YOU GET"

dissabte, 26 de novembre del 2016

Amor y hierro. (5 de 7)






Amor y hierro. (5 de 7)

¿Las máquinas son nuestro hermano gemelo que no llegó a nacer? ¿Nos falta la otra mitad de nosotros mismos?

Maniquís de escaparate, figuras de belenes, santos y vírgenes de madera, polichinelas de trapo, soldaditos de plástico, de barro o de plomo, muñecas hinchables y espantapájaros. La lista sería interminable.

Y el sempiterno osito de peluche.

¿Lo similar apela y llama a lo que se le parece?

Los seres invisibles no tienen apariencia, pueden ser un simple trozo de pan o un sorbo de vino. También un bosque, una fuente, un río, incluso una montaña o una tormenta desatada, el cielo y el mar.

Sin embargo, la similitud física y formal con nosotros, los seres humanos, no es trivial ni es tampoco ninguna anécdota simple ni fuera de lugar. La ayuda y la muleta, la conversación y la compañía que nos proporcionan siempre son necesarias, todas ellas dibujan un camino de doble vía en el que la comunicación silenciosa debería ser un requisito indispensable. Pero, ¿qué clase de comunicación?, ¿un simple acomodo?, ¿una eficaz ergonomía en los cuerpos?, ¿una mera información práctica, útil, funcional?, ¿una nota, un parte?

¿Una orden?

Cualquier imagen es un tratado filosófico, un artilugio pensante y maquinal que representa al mundo en su lugar.

¿Las personas son máquinas, o las máquinas son personas?, ¿tienen derechos igual que los animales?, ¿deben votar en unas elecciones como hacen perros, gatos y boas constrictor?

La máquina nos interpela continuamente sobre el otro que tenemos fuera o dentro de nosotros.

¿La máquina es un feto, una criatura informe que expulsamos sin miramientos porque no se parece a nada, como si fuera un pez?, ¿o hemos de permitir que nazca y que pague impuestos?

¿Es factible la inteligencia artificial?, ¿lo es la natural?, ¿ambas son una quimera?,  ¿una simple tesis?, ¿una invención?

¿Las máquinas tienen plumas o escamas?

¿Hemos de pedir que una máquina sea inteligente para acostarnos con ella o no es en absoluto necesario como tampoco lo es cuando lo hacemos con un semejante vivo, humano o animal?

Todas ésas son preguntas que me perturban y me desasosiegan más de lo debido cuando cada noche rompo las monodosis de lágrimas artificiales que mis ojos enfermos necesitan para no resecarse y seguir viéndose a sí mismos en los ojos de los demás.

¿Soy yo el que me mira desde el espejo o es mi ángel de la guarda? ¿Es un TBO?


Cuando era joven y sano pensaba que la vida era una consecuencia lógica del amor, el secreto de una lo era del otro y viceversa, un hallazgo, una casualidad, una sugerente conversación perspicaz y sutil que debía desarrollarse entre seres libres e iguales, una danza, un afortunado cóctel de palabras y de gestos, de caricias, un intercambio, una ofrenda sagrada en un diálogo común y estimulante, rico y provocador que lograba encender el sol y llenar mi vida de alegría. Pero...











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